Monday, May 11, 2009

Ave Cleto: El Campo te Saluda


El 17/07/08, casi sin dormir luego de la puñalada Cletera de las 04:30, hice un post en ArtePolítica con el poco imaginativo título de “Lugar para Putear al Cleto”. En menos de una semana pasó los 100 saludos a la progenitora de nuestro fiel compañero de fórmula. Luego amainó un poco, pero cada tanto alguien se suma para enviarlo a su bien ganado lugar del basurero de la historia.

De cuando en cuando, también alguien se suma para decir lo contrario, y así lo hizo “Alberto Fernández”. Para los que se comieron la construcción de “el campo”, como si fuera un colectivo homogeneo, sin fisuras discursivas, y cuya encarnación celestial sería el Gauchito Gil, permítanme sumarle otra voz, que se sale de la realidad guionada del coro Corneta y nos dice algo diferente. Veamos cómo le contesta a "Alberto Fernández" el productor agropecuario Marcelo:

"Amigo Alberto: en 1853, el ministro de gobierno de la Provincia de Buenos Aires, Vicente López hijo, defendió el Acuerdo de San Nicolás con las siguientes palabras: "Amo como el que más a Buenos Aires. Pero alzo mi voz para decir que mi patria no es Buenos Aires, sino la Argentina". Tomo entonces sus palabras, y digo: amo como el que más al campo. Pero alzo mi voz para decir que mi patria no es el campo, es la Argentina.

Si al campo le va bien, si a mí me va bien pero al país le va mal, lamento decirle que (con un intenso dolor en mi bolsillo) estoy del lado del país. Y el país no es el campo. De ninguna manera. Es perfectamente posible que al campo le vaya bien y al resto del país le vaya mal.

Por otro lado, no son esas razones las que hacen que la 125 haya estado mal. Los impuestos indirectos no son proporcionales. Los pequeños productores tienen qua pagar lo mismo que los grandes, sobre todo por tres razones: si hay muchos pequeños productores exportando, el efecto que se quiere buscar contra el monocultivo y la entrada masiva de divisas se pierde; segundo, es muy fácil disfrazar a los Grobo de 200 pequeños productores y hacerlos exportar con menos retenciones; por último, quienes pagan retenciones no son los productores en forma directa, sino indirecta, son los exportadores quienes los pagan. En un contexto de sequía, el efecto habría sido combinado entre el precio y la producción.

Por otro lado, hace un tiempo, un amigo me hizo notar que, de haberse aprobado la 125, los productores se habrían pasado a otros cultivos, como el trigo, que casi no se vieron afectados por la sequía. La soja de segunda casi no se hubiera sembrado, porque los productores ya tenían algo en el bolsillo, y porque a comienzos del verano, la sequía ya era evidente, cosa que no era así en noviembre.

Las razones por las que la 125 era errada estaban en la otra punta: en qué hubiera pasado si el precio de la soja caía. Con la soja a 200 pesos, era irracional seguir cobrando retenciones del 35%. Pero nadie se quejó de eso; se quejaban de la otra punta. No se quejaban porque podíamos llegar a perder plata, sino porque podíamos llegar a ganar menos que la carrada de guita que estábamos ganando.

Cobos formó una alianza con los Kirchner, para formar parte de un proyecto político que era la continuación del que había gobernado entre 2003 y 2007. Después la opinión pública, manejada por los diarios más grandes y cuatro o cinco canales de cable y aire, comenzó a cambiar de lado, dándole la mayoría aparente a la oposición. Y el tipo que nosotros votamos para algo decidió votar en contra de los que lo habían votado. Eso se llama traición.

No me explique lo del dólar, que lo sé perfectamente. También sé yo y sabe Ud. que los sueldos, impuestos y combustibles no aumentaron lo mismo que el dólar y los insumos importados. Esa diferencia es la que nos hizo ganar guita como nunca durante 5 años seguidos.

Y sí, el Estado fue quien nos hizo ganar guita. Después quiso ser socio en las buenas, de las cuales la mayor parte era responsabilidad del estado. Y después quiso una tajada más grande, cuando el producto aumentó de valor a más del doble.

Ahora bien, el campo no quiso ser socio en las buenas, y protestó por todos los medios contra las retenciones, cualquiera fuera su alícuota. Y después extorsionó al país entero y logró no ser aún más socio en las requetebuenas. ¿Y pide ser socio en las malas? ¿Después de esto quiere ser socio del resto de la sociedad? ¿Con qué derecho? Se asociaron con la escoria de la sociedad, con los socios del Proceso y del menemismo; resucitaron hasta a Neustadt, unos días antes de su muerte. Putearon y patotearon al gobierno y a los que los apoyaban. Quemaron el auto de un tipo en Olavarría porque tenían un cartel que decía que apoyaba al gobierno. Coimearon (no con guita, pero sí con prensa, con chupadas de culo y visitas en la Rural y Expoagro) al vicepresidente. ¿Y ahora piden apoyo? Gracias, amigo, pero no me hubieran ayudado así. Ahora estoy verdaderamente cagado por la sequía, y ¿cómo convenzo al estado de que me ayude a mí?

Fue una extorsión, y la "solución" de Cobos ("mi voto no es positivo, esta no es la solución") fue ceder a la extorsión.

Cobos es una basura, un traidor, un inmoral. Debería ser exonerado ya mismo del cargo, por "inhabilidad moral sobreviniente a su cargo" (lo dice la Constitución), cosa que ya sé que no va a ocurrir, porque la primera, la segunda y la tercera minoría opinan que traicionar al pueblo que votó a este gobierno es "un héroe nacional" (lo dice ahí arriba).

Aquí hablamos de Cobos, así que insisto: Cobos debe irse. En lo posible, a la concha de su puta madre. Si no, a cualquier parte. Pero debe irse ya.

Marcelo"

Amigo Marcelo, qué le puedo decir... ¡Chapéau!

Publicado simultaneamente en Apuntes desde la Centroizquierda

2 comments:

Mario Paulela said...

Notable!

luzbelita said...

Esto lo escribio mi amigo tato, para compartir


Vergüenza perdida

Les pido un favor, denme una manito. Sucede que yo no sé defender, soy regular para atacar y muy empeñoso en el arte afectivo de cuidar y con diferentes resultados. Pero mi defensa es como la de Independiente.

Este lunes le pegaron a un amigo, lo acorralaron con artes mañosos y lo hicieron muñeco de reproches, críticas y agravios, con fundamentos llenos de prejuicios, con la insidia que aceita hoy a la mayoría de los medios de comunicación, especialmente los medios concentrados.

Y la verdad no sé como hacer para presentar una defensa, solo se me ocurren puñetazos al viento. Porque la desvergüenza es inasible y por lo tanto intangible y entonces no se le puede atinar un ataque. Los empleados de Hadad, por ejemplo, señores de diferentes profesiones, de intelectualidad mediocre, de afectaciones falsas y de moral difusa, se escurren en la viscosidad de su propia indecencia cuando uno pretende tomarlos.

La señora Giudici, diputada nacional, como otra muestra, pobre mujer que transita la irresponsabilidad política con la misma inercia que la expone en el caso “Cromagnon” en calidad de desvaída silueta tanto como la punta de lanza legislativa contra la ley de democratización de la palabra pública, laborando aquí a favor de los monopolios. En ambos casos un personaje de medianía absoluta, si es que vale el contrasentido.

El constitucionalista Gregorio Badeni, sosten legal de ADEPA, núcleo reaccionario con formato de organización de prensa, histórico colaboracionista de los golpes militares y defensor a ultranza de la institucionalidad legal de la dictadura en materia de medios, defensor de Antonio Buzzi y de Edgardo Patti, tanto como del orden legal impuesto por la 22285.

Y el “Grupo” que se expone como pista de despegue de estos obuses, con el candor y la inocencia de las madamas, como si se estuviese hablando de un asunto que no lo involucra como factotum y actor principal de los intereses en juego.

Entre todos se han escandalizado públicamente porque un joven militante, intelectual, académico, realizador cinematográfico, amante del tango y del box, peronista cultural y buena persona, relató en el relax de una entrevista que fue, a los 22 años, gerenciador de una radio “trucha”.

El pecado pasó de venial a mortal por decisión de oportunidad y no hay Dios consultado.

Durante más de veinte años los argentinos hicimos crecer un sistema mediático alterno y en contradicción con las malformaciones que la década de los noventa producía fuera de políticas concentradoras y privatizadoras. La palabra pública, igual que los ferrocarriles, las aerolíneas, el gas, la minería y los teléfonos, se enajenaba de su raíz original. Muchos, por aprovechamiento tecnológico, le pusimos el pecho a esa corriente, y construimos un espacio alternativo al hoyo simbólico que se tragaba todo. Lo hicimos con riesgo y con amor, como todas las cosas que tienen bondad de origen. Mientras dábamos esa batalla, los gendarmes del silencio nos denunciaban y perseguían blandiendo nada más y nada menos que la ley de la dictadura, un agravio adicional en medio de la democracia sangradamente recuperada.

Éramos radios truchas.

Ahora, veinte años después, la misma descarada reacción, el mismo oprobioso estigma, pretende pringar la voluntad política de los hombres que empujan la creación de un marco legal de la democracia para la comunicación audiovisual, una ley construida y consensuada, en recabo de la experiencia internacional con vistas a reinstaurar la cuestión de la comunicación en el seno de la cultura.

Es demasiada infamia a la que no se puede devolverle solo silencio,
Una mano entonces les pido, yo que no sé defender, para darle amparo a una vocación legítima y a una necesidad fundante para el orden institucional de la Argentina.
No dejemos sin censura social y sin respuesta a semejante mendacidad.

Ley de medios ya. Tratamiento parlamentario ya. Hablemos para recuperar la voz.